RUMI

Cada árbol y cada planta del prado
parece estar danzando;
aquéllos con ojos comunes
sólo los verán fijos e inmóviles.

30 may 2010

Juicios y formas de ser

En su libro Ontología del lenguaje, Rafael Echeverría distingue tres dimensiones:


· Personas que viven de los Juicios ajenos (Condición de inautenticidad). Conlleva al Sufrimiento, ya que no podemos vivir tratando de obtener siempre la aprobación de todos.
Se caracterizan por vivir de juicios ajenos y que, por lo tanto, no se constituyen como centro generador de los juicios que rigen su propia existencia. Esto define lo que llamamos la condición de la inautenticidad. Quienes viven en ella delegan en los demás la autoridad para emitir los juicios que les importan. Nada los alegra más que obtener un juicio positivo de los otros. Nada los deprime más que recibir juicios negativos.

La lógica de sus actuaciones está fundamentalmente orientada, por lo tanto, a complacer a otros, los que adquieren, casi indiscriminadamente, autoridad para emitir sus juicios, juicios que obviamente afectan a la persona inauténtica. Sus vidas, por lo tanto, pasan a estar dirigidas por fuerzas que no controlan y que son resultantes de los variados juicios que reciben.

Dado que es inherente a los juicios el que estos puedan ser discrepantes sobre los mismos asuntos, vivir en la inautenticidad se traduce frecuentemente en una condena permanente al sufrimiento, en la medida que resulta imposible satisfacer a todos alrededor. Basta un solo juicio negativo para afectar la estabilidad emocional de la persona inauténtica.


· Tratar los Juicios como Afirmaciones. Se entra en la Intolerancia. En el fundamentalismo. Si no coinciden conmigo “es” un error. Cierro espacios de transformación.
Para quienes operan así las consecuencias suelen ser la rigidez/ la intolerancia y el cierre de múltiples posibilidades de aprendizaje. Para éstos los juicios no representan la posibilidad de puntos de vista discrepantes e incluso, de mayor diversidad y de enriquecimiento. Un juicio diferente es tratado como error, como falsedad. El legítimo espacio de la discrepancia se transforma en un espacio potencial de confrontación. En la medida en que considero mis juicios como verdaderos y los ajenos como falsos, relego los demás a la esfera del mal o incluso de lo diabólico. Hemos creado el terreno para el fundamentalismo y la intolerancia.

Al tratar a los juicios como afirmaciones también cierro espacio para la transformación. Tiendo a tratar los juicios como rasgos permanentes. Clausuro las posibilidades de aprendizaje y, por lo tanto, restrinjo la plasticidad de la vida.

· No poder distinguir entre Juicios Fundados e Infundados. Incapacidad para “Fundar” Juicios. Se vive interpretaciones mágicas y la vida les resulta un misterio. ¿Por qué los demás si y ellos no...? Resentimiento.

La tercera dimensión se refiere a quienes viven sin ser capaces de distinguir entre juicios fundados y juicios infundados. Las consecuencias, son la decepción permanente con respecto a sus expectativas y una gran dificultad para diseñar el futuro. No logran entender por qué a ellos las cosas no les resultan como quisieran y se comparan con los demás sin entender por qué a ellos el éxito les es tan esquivo.

Ellos viven en interpretaciones mágicas y la vida les resulta por lo general un misterio. Sus propias incapacidades para fundar juicios pueden llevarlos a posturas de resentimiento, dado que viven como una injusticia tanto los éxitos de los demás como los fracasos propios. Cuando no caen en el resentimiento, caen, en cambio, en euforias u optimismos ficticios. La incapacidad de fundar juicios, se traduce en una forma de vida infundada. (pág.75 Ontología del Lenguaje)


Preguntas para conocerte mejor:

Observa tu monólogo interior:

¿Buscas hechos en los que basar tus juicios cada vez que juzgas de forma negativa a alguien o a algo?

¿Eres capaz de
"pillarte" en los juicios automáticos que emites para justificar tu ira cada vez que te sientes enfadado con alguien o algo?

Cuando te comportas de forma injusta, ¿te cuentas una historieta donde te declaras inocente?




Aprendamos a desarrolla la habilidad de distinguir los juicios que emitimos sobre nuestras acciones de los juicios sobre nuestra identidad ("no me veo hoy con confianza en mi habilidad para aprobar el examen de mañana" en vez de "no tengo confianza en mí".

Los juicios sobre nuestras acciones nos permiten abrirnos al aprendizaje mientras que los juicios sobre nuestro ser nos desvalorizan en lo más profundo de nuestra identidad.


28 may 2010

¿Qué es el liderazgo? -I-

http://videosformacion.com/play.php?vid=172

Cuentan que la madre de un amigo de Arún Gandhi, nieto del líder indio, Mahatma Gandhi, estaba desesperada porque su hijo se estaba muriendo debido a una enfermedad metabólica que le impedía asimilar el azúcar. A pesar de la vigilancia continua, el niño, a escondidas, seguía comiendo azúcar, lo cual ponía su vida en peligro.
Como último recurso, la madre decidió ir a ver a Gandhi, muy segura de que sus palabras podrían persuadir a su hijo, ya que éste era un gran admirador del Maestro. Le suplicó que convenciese a su hijo para que dejara de ingerir azúcar. A pesar de la insistencia de la madre el Maestro se limitó a mirar fijamente al niño unos segundos y le pidió de manera pausada que regresara a los quince días. La madre protestó de forma vehemente: "Haga algo, Maestro, ¡dígale que deje de comer azúcar o que morirá! Sólo le hará caso a usted".
"Ahora no puedo ayudaros", aseguró Gandhi, mientras se despedía de la madre y el chico.

Transcurridos quince días madre e hijo regresaron a ver a Gandhi. El Maestro miró entonces al niño a los ojos y le dijo con calma: "Prométeme que no comerás azúcar". El niño contestó: "Maestro, lo prometo".

La madre se despidió agradecida, pero antes de marcharse no resistió la tentación de preguntarle: "Maestro, ¿por qué me pidió que esperase quince días para hablar con el niño? Podría haber muerto en estas dos semanas". El Maestro contestó: "Porque nosotros los adultos tenemos que encarnar el cambio que queremos transmitir. Por tanto, primero tenía que ser yo mismo el que dejase de comer azúcar".

Ejemplo de lo que no hay que hacer:

http://www.youtube.com/watch?v=W739AqGIYAk



Camerata Mediolanense - Balcani in fiamme

http://www.youtube.com/watch?v=7oZjiyTYEJU

¿Es real el Ratoncito Pérez? Una fábula

Harriet le dijo a su hermano pequeño Dan que no existía el Ratoncito Pérez: eran sus padres los que ponían el dinero debajo de la almohada.

Dan no creyó a Harriet. El sabía que existía el Ratoncito Pérez. Cada vez que ponía un diente debajo de su almohada, a la mañana siguiente aparecía dinero. Y todos sus amigos también decían que el Ratoncito Pérez les traía dinero. Y no podían ser papá y mamá porque se habría despertado cuando hubiesen entrado en su habitación y levantado la almohada. Además, papá y mamá decían que era el Ratoncito Pérez el que dejaba el dinero por las noches, y ellos nunca le mentirían.

Harriet consiguió que varios niños del vecindario le ayudaran a comprobar si el Ratoncito Pérez aparecía cuando sus padres no sabían que se les había caído un diente. Al parecer, cada vez que los padres tenían conocimiento de la situación, aparecía dinero debajo de la almohada a la mañana siguiente, pero si no lo sabían, el diente seguía ahí al amanecer. Dan dijo que el Ratoncito Pérez simplemente rechazaba participar en esos casos, y que no traería dinero si sabía que se le estaba poniendo a prueba.

Harriet sacó del armario su Kit del Detective Junior y buscó huellas en el dinero que el Ratoncito Pérez dejaba a Dan, encontrando las huellas de sus padres. Dan dijo que eso no probaba nada, porque había muchas maneras en las que el Ratoncito Pérez podía hacerse con dinero que previamente hubiesen tocado sus padres. O podía poner ahí las huellas de forma mágica para confundir a la gente. Y, por supuesto, el Ratoncito Pérez nunca dejaría sus propias huellas porque es un ser mágico.

La siguiente vez que a Dan se le cayó un diente, Harriet espolvoreó harina en el suelo, y a la mañana siguiente le enseñó a Dan las huellas de sus padres. Él dijo que eso no probaba nada: ­ probablemente sus padres simplemente se habían acercado a ver cómo estaba, y el Ratoncito Pérez había llegado más tarde. No había huellas del Ratoncito Pérez porque se puede meter por huecos entre las paredes y no tenía que pasar justamente por encima de la harina.

La siguiente vez, Harriet colocó una cámara de vídeo en la habitación de Dan y pilló a sus padres en el acto (en el acto de coger el diente de debajo de la almohada y poner dinero en su lugar, claro está.) Dan dijo que eso tampoco probaba nada. Quizá el Ratoncito Pérez no aparecía si había una cámara grabando. Quizá tiene la capacidad de cambiar de forma y parecerse a sus padres en la grabación. Quizá le pidió a papá y a mamá el favor de hacer el cambio sólo esta vez.

Harriet cogió a Dan y le llevó a la habitación de sus padres, abrió un armario y le enseñó una caja que contenía todos los dientes que se les habían ido cayendo, perfectamente etiquetados y fechados. Ella dijo que eso era prueba suficiente de que sus padres estaban cogiendo los dientes y dejando el dinero. Dan dijo que eso no era correcto; el Ratoncito Pérez probablemente les daba a sus padres los dientes como recuerdo, o quizá se los vendía para conseguir más dinero que poner debajo de la almohada la próxima vez. ¡Eh, eso explicaría las huellas en los billetes!

Harriet y Dan hablaron con sus padres, que admitieron que eran ellos los que cogían los dientes y dejaban el dinero. Dan dijo que probablemente estaban mintiendo. ¿Por qué creerse lo que dice la gente? Él simplemente iba a ignorarlo todo excepto lo que sabía: que el mecanismo de dejar un diente debajo de la almohada funcionaba. Que el Ratoncito Pérez era real.

Harriet gritó de frustración y se arrancó el pelo a tirones. Lo dejó bajo su almohada. A la mañana siguiente, aún seguía allí.

Traducción realizada por RinceWind de la fábula escrita por la doctora Harriet Hall y que supone un extracto del artículo publicado por ella misma en la revista Skeptical enquirer bajo el título: "Teaching pigs to sing"

Dentro de ese artículo hay una pequeña fábula que simboliza muy bien el mecanismo en el pensamiento de un creyente recalcitrante (en lo que sea), con el "Hada de los dientes" (el equivalente anglosajón al Ratoncito Pérez) y un par de niños pequeños como protagonistas.


Supernanny

http://www.youtube.com/watch?v=LUS4HAa25vA

http://coachingparalalibertad.blogspot.com/2010/01/archivo-de-sonrisa.html

27 may 2010

La mejor forma de enfrentar el fracaso

http://www.youtube.com/watch?v=690_48tCzfE&feature=related

¿Os animáis?

¿Son útiles los libros de Autoayuda?

Efecto de la lectura de material de autoayuda sobre algunas variables psicológicas en una muestra no clínica:

http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/647/64740207.pdf