En mi vida personal me he dado cuenta de que confío en otra persona cuando creamos un clima donde me comunico abiertamente sin miedo, cuando me relaciono desde la fluidez (sin necesidad de autocensura) y puedo pensar en alto sin perder la aceptación incondicional del ser humano que me escucha.
La confianza me ayuda a crear relaciones estables y profundas. La confianza junto con la reciprocidad, el afecto, el respeto y el buen trato son mi guía para las amistades verdaderas.
Por otra parte, la desconfianza proviene de la falta de fe en mí misma, en los otros y en la vida. Sería una especie de actitud nihilista donde no le encuentro el sentido a nada ni a nadie.
La confianza es la base de mis relaciones. Me gusta trabajar con gente en quien confío, comprar productos en los que sé que puedo depositar mi confianza (qué importante la contribución de la Inteligencia ecológica http://www.elpais.com/articulo/carreras/capital/humano/revolucion/manos/consumidor/elpepueconeg/20090531elpnegser_2/Tes ).
Siempre que cumplo con mi palabra desarrollo la confianza en mí misma. Cuando muestro verdadero interés en alguien o soy realmente de ayuda para mi interlocutor, genero confianza en nuestra relación. Por otra parte, los cotilleos generan desconfianza.
Tampoco he de confundir el que alguien sea fiable con el hecho de que esta persona haga lo que espero de ella, ya que si una persona es fiable solamente si hace o es lo que yo quiero que sea, estaría usando la confianza como un arma para que los demás cumplan mis expectativas. Por eso creo que es esencial volverme consciente de cuáles son mis expectativas en las relaciones. Las expectativas no clarificadas o inflexibles y poco realistas pueden hacer imposible la confianza.
Cuando confío, el miedo desaparece, me siento liviana, viva, llena de entusiasmo y segura de que sólo me van a suceder cosas de las que voy a disfrutar o de las que voy a salir más fuerte.
Cuando no confío, me retiro para darme tiempo para reflexionar y aclarar lo que sea que me está produciendo desconfianza.
Es importante tener en cuenta las distinciones entre confianza e ingenuidad y entre desconfianza y prudencia. Pienso que la confianza se va generando paso a paso. No tiene por qué convertirse en cuestión de fe ciega .
Me acordé del zorro del Principito:
" Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
"Al día siguiente volvió el principito. -Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -dijo el principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días: una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. El jueves bailan con las muchachas del pueblo. El jueves es, pues, un día maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:
-¡Ah!... -dijo el zorro-. Voy a llorar.
-Tuya es la culpa -dijo el principito-. No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...
-Sí-dijo el zorro.
-¡Pero vas a llorar! -dijo el principito.
-Sí-dijo el zorro.
-Entonces, no ganas nada.
-Gano -dijo el zorro-, por el color de trigo."