Documentos TV: La industria de los expertos
Nos dicen qué vinos beber, qué arte comprar, qué ejercicio hacer, qué opiniones debemos tener y hasta cómo vivir eternamente. Están en todas partes y se han hecho un hueco en nuestras vidas, que los hace imprescindibles. Y los necesitamos, porque en el frenético mundo en el que vivimos, hay tal exceso de información, que no podemos procesarla por nuestros propios medios. Amparados en esta premisa, un ejército de analistas, eruditos y especialistas desfila a diario por los diversos medios de comunicación, donde arrojan opiniones incuestionables y predicciones, no siempre acertadas.
Documentos TV traslada a la audiencia, este interesante e irónico documental canadiense, sobre la autoridad que la sociedad consiente a los expertos y desmitifica buena parte de sus ''verdades absolutas'', vertidas con la seguridad más pasmosa, a un público siempre receptivo. Desenmascara a los intimidatorios entendidos de vinos, abochorna a los más prestigiosos museos del mundo por exhibir cientos de copias falsificadas, convencidos de su autenticidad y desacredita a las televisiones por llenar sus programaciones con gurús políticos o financieros, incapaces de predecir la actual crisis económica o la ''primavera árabe''.
A pesar de que sus predicciones acumulan más errores que aciertos, “la industria de los expertos” continua fabricando nuevas voces autorizadas. Apariencia, seguridad y dominio de una jerga especial son las señas de identidad exigidas en los cursos rápidos que se imparten para convertirse en un auténtico especialista.
Pero, si todo parece ser una farsa, ¿por qué les cedemos tan a menudo nuestra opinión y les otorgamos la máxima credibilidad? ¿No será que los expertos forman parte ya, de un nuevo culto?
Dramático fraude
por a. zugasti - Domingo, 9 de Junio de 2013 - Actualizado a las 05:22h.
En los 90, decenas de mujeres donostiarras y guipuzcoanas denunciaron a un hombre que durante años las había estado auscultando, tocando pechos y otras partes propias del cuerpo femenino buscando posibles bultos y anomalías, y había controlado con toda normalidad embarazos, menopausias y otras cuestiones propias del género. El señor en cuestión, que presumía de consulta en una de las calles más elegantes de Donostia y vestía bata blanca en el hospital público de referencia, no era en realidad ginecólogo, pero el fraude tardó nada menos que 14 años en descubrirse y aquellas 8.000 mujeres que trató se sintieron engañadas, frustradas y hasta violadas. El falso ginecólogo, que era en realidad ATS, recibió como castigo tres años de cárcel por falsedad documental y estafa pero a sus "pacientes" la pena les supo a muy poco para lo que habían vivido. Lejos de mi intención querer comparar casos, pero me pongo en la piel de los alumnos que han seguido durante años las enseñanzas de su maestro shaolín, que en realidad ha terminado siendo un asesino, y creo que necesitaría ayuda para salir del trauma. "Busca tu armonía interior y trata de conservarla toda la vida. Solo el que guarda su equilibrio interior, logrará su equilibrio hacia fuera". Con frases como esta, tan sabias como profundas, miles de personas bienintencionadas han creído las enseñanzas de un ser llamado Juan Carlos Aguilar, que ni era maestro shaolín, ni tenía título de karate, ni buscaba la armonía, ni amaba a sus semejantes. Y que cargaba su rabia con el único recurso de los cobardes: maltratando a las más vulnerables.
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