Publicado por Seven Pillars
Llewellyn Vaughan-Lee
El sueño es una pequeña puerta escondida en lo más íntimo y recóndito del alma.
— C. G. JUNG
GUÍA EN EL SENDERO
La interpretación de los sueños ha sido siempre una parte importante de la tradición sufí. Los primeros manuales sufíes contienen apartados sobre los sueños, que ofrecen una diferenciación entre los sueños "verdaderos" y "falsos", siendo estos últimos aquellos sin valor psicológico o espiritual. Los "sueños verdaderos" son los que ofrecen una guía. Tradicionalmente, los sueños son interpretados por el sheikh o por el representante del sheikh. El sufí del siglo XII Najm ad-dîn Kubra acentuó la importancia de los sueños y de su interpretación, incluyendo en las reglas del camino, además de "silencio constante, retiro constante y recuerdo de Dios constante", "dirección constante de un sheikh que explica el significado de los sueños y visiones".
En la tradición sufí Naqshbandi, el trabajo con los sueños ha sido siempre importante. Bahâ ad-dîn Naqshband, el fundador de la orden, era un renombrado intérprete de sueños, y al parecer no tomaba a nadie como discípulo hasta que tuviera un sueño que lo confirmara. Él también subrayó el valor del diálogo en grupo. "El nuestro es el camino del diálogo en grupo", decía. Al desarrollarse este sendero en Occidente, estos dos aspectos del sendero Naqshbandi se fusionaron en forma de trabajo con los sueños en grupo . En nuestras reuniones meditamos – practicando la meditación silenciosa del corazón -, dedicamos un tiempo a tomar té y charlar, y luego compartimos los sueños y trabajamos con ellos.
Compartiendo nuestros sueños y escuchando los de otros, aprendemos también a valorar la singularidad de nuestro propio sendero, de nuestro propio modo de viajar a Casa. Cada uno de nosotros es llevado a Dios de un modo propio, según la singularidad de nuestra naturaleza individual, ya que "cada ser tiene su propio modo apropiado de plegaria y glorificación" (Corán 2:186). Es muy fácil intentar identificarse con otros, seguir el sendero que vemos vivir a otros. Otros nos pueden inspirar, pero solamente nosotros mismos podemos caminar por nuestro propio sendero, seguir nuestro propio sueño, vivir nuestro propio destino. Los sueños nos cuentan nuestra historia, cómo se desarrolla el sendero dentro de nosotros. Cuando compartimos un sueño, se le presta atención a la singularidad de nuestro propio sendero. Y escuchando los sueños de otros, podemos ver cómo para cada uno de nosotros el viaje del alma es diferente, requiere cualidades diferentes.
Trabajando con los sueños, aprendemos a leer las señales del camino, a escuchar con un oído sintonizado con la música del sendero, con la frecuencia del alma. Descubrimos lo que necesitamos saber, desciframos el paso siguiente que necesitamos dar. Nuestros sueños describen el proceso interior del sendero, el trabajo espiritual y psicológico que se está desarrollando. El sendero Naqshbandi ha tenido siempre un marcado elemento psicológico. La mayor parte del trabajo de purificación es psicológico, e implica tanto la confrontación con la sombra como otros procesos psicológicos. En los primeros años del sendero, el foco se encontrará a menudo en este trabajo psicológico interior, la transformación alquímica del nigredo, nuestra sombra, los aspectos rechazados y desconocidos de nosotros mismos. Tendremos sueños sobre nuestra oscuridad y nuestros miedos, de figuras aterradoras que nos persiguen por calles oscuras, de monstruos escondidos en sótanos. Trabajando con estos sueños, aprendemos cómo aceptar y amar nuestra oscuridad. Nuestros sueños revelan lo que está oculto dentro de nosotros, la belleza y el terror. Y dentro de la oscuridad de nuestra sombra, llegamos lentamente a ver la luz del Yo Superior, la perla de gran precio oculta en las profundidades.
Más profundos que los sueños psicológicos son los sueños espirituales, que nos hablan con las antiguas imágenes del sendero, los racimos de uvas que representan enseñanza espiritual, el vino del Amado que embriaga al sufí. O, como en el sueño de una habitación llena de hombres mayores que cardaban lana, se le cuenta al soñante el proceso según el cual se dice que eres un sufí cuando tu corazón es tan suave y tan cálido como la lana. Lo más profundo del alma conoce estos símbolos, aunque son poco familiares para nuestras mentes contemporáneas, y nos recuerdan el antiguo camino que estamos recorriendo. Pero el trabajo con los sueños no supone solamente interpretarlos, descubrir qué significa el sueño. El trabajo con los sueños es un diálogo, una conversación entre el soñante y el mundo del sueño. Mediante este diálogo, nos conectamos con una parte de nosotros mismos que el mundo exterior a menudo rechaza y menosprecia. Con nuestros sueños volvemos a conectarnos con el alma, tal y como nos habla en la antigua lengua de imágenes y símbolos. Y cuando compartimos sueños en un grupo de meditación, los corazones de otra gente oyen este diálogo y lo valoran dentro de un espacio sagrado. Esta es una importante afirmación del sueño y del alma que nos habla por medio de nuestros sueños.
Si tú crees en tu sueño, él atraerá la interpretación, la respuesta que necesita. El junguiano Werner Engel decía: "El sueño siempre se hará conocer a sí mismo" Un sueño es una realidad viva, dinámica, que atrae la atención que requiere. Puede que la interpretación no sea perfecta; puede incluso que sea errónea. Puede que no descubras el significado real de un sueño hasta semanas o incluso años más tarde. El trabajo con los sueños no es acerca de lo que es correcto o erróneo, sino un proceso a través del que trabajamos con el mundo de la psique, nos reconectamos con el alma. Por medio del trabajo con los sueños se nos hace accesible la energía del mundo interior. Cuando tratamos de entender nuestros sueños, estamos colaborando con el mundo interior y su energía puede llegar a la conciencia, a la parte de nuestra vida en la que estamos despiertos. Nuestros sueños nos alimentan más de lo que sabemos, y el trabajo con los sueños nos ayuda a acceder a este alimento, a ser alimentados por el maná de nuestro mundo de los sueños.
CAPTAR LAS SEÑALES DIVINAS
Al trabajar con los sueños, nos vamos familiarizando poco a poco con una realidad que no es fija ni estática. Los sueños son amorfos y cambiantes, y su significado no es lógico ni está predeterminado. Al responder a un sueño, tenemos que captar su significado tal y como forme parte del momento, un momento que está fuera del tiempo y fuera de los parámetros definidos de nuestra mente racional. El trabajo con los sueños, por consiguiente, nos ayuda a escuchar y a ser receptivos a una dimensión diferente, más fluida, y puede prepararnos para la difícil tarea de captar las señales Divinas. El objetivo de un entrenamiento espiritual es llevar una vida guiada, guiada por aquello dentro de nosotros que es eterno. Lo Divino nos guía a menudo por medio de señales que tenemos que captar y a las que tenemos que responder sin entenderlas racionalmente. Este es el camino de Khidr, la figura arquetípica sufí de la revelación directa, una conexión interior directa e incondicional con lo Divino. En la historia de Khidr en el Corán, Moisés, que representa la ley establecida, quiere seguir a Khidr y ser guiado por él. Pero Khidr le dice: "No vas a ser capaz de tener paciencia conmigo. Pues, ¿cómo puedes tener paciencia con algo que va más allá de tu conocimiento?" (Corán 18:67-68).
Al recorrer el sendero místico del amor, se nos lleva a una realidad que no podemos entender, que está más allá de nuestro conocimiento previo. Tenemos que aprender a escuchar y a responder desde una posición de desconocimiento - ser una copa vacía. Esta es una actitud muy diferente de la exigida por el mundo exterior, que requiere que actuemos desde una posición de conocimiento y entendimiento. El trabajo con los sueños puede ayudar a despertar la parte de nuestro cerebro que puede responder sin ideas preconcebidas.
En el trabajo con los sueños nos interrelacionamos con una realidad que es menos fija y más dinámica que el mundo exterior o nuestra mente racional. Cuando escuchamos los sueños, nos sintonizamos con este mundo interior fluido en que las cosas son raramente como aparecen. Lo mismo que las imágenes se mueven y cambian, también su significado se desarrolla; de esta manera, llegan a ser conocidas partes ocultas del soñante. Paulatinamente nuestra conciencia se va adaptando a funcionar de este modo no lineal, más dinámico.
Al trabajar con los sueños, dejamos atrás el mundo fijo, con el que la mente racional está familiarizada, y al que nos hemos acondicionado por medio de nuestra educación familiar y escolar. En su lugar, participamos conscientemente en una realidad constantemente cambiante, que no podemos entender racionalmente. El trabajo con los sueños entrena a la mente a no quedar atrapada en imágenes o ideas fijas, y a no juzgar o no tener respuestas preconcebidas. Existe además en los sueños un humor que se ríe de nuestras ideas preconcebidas o disuelve nuestro sentido establecido del yo. El trabajo con los sueños libera nuestra conciencia de la rigidez de las pautas impuestas, y puede despertarnos a las risas y la libertad de nuestro yo verdadero. Puede preparar nuestra conciencia para la tarea de captar la señal Divina.
Las señales Divinas son "más rápidas que el rayo", y si interferimos, con juicios o censura, la señal se pierde. Si respondemos “qué pasará si...” o "pero…" o "no estoy seguro", o cualquiera de las respuestas condicionadas de la mente, entonces la señal se pierde, la oportunidad se va. Una señal Divina requiere que escuchemos y actuemos en consecuencia. La señal Divina no será siempre acerca de una acción. A veces es algo que necesitamos saber, una cualidad que necesitamos desarrollar, una actitud que necesitamos cambiar. Lo que importa es que estemos siempre atentos y respondamos en el momento. Que no sopesemos las consecuencias o meditemos nuestras acciones. Que escuchemos y actuemos. Pero para escuchar y responder incondicionalmente, la mente tiene que liberarse de muchas pautas de condicionamiento. Tenemos que dejar atrás nuestros deseos normales de entender, de saber lo que estamos haciendo. El trabajo con los sueños puede ayudarnos a liberar nuestra mente, a activarla para que funcione a un nivel superior y más rápido.
El trabajo con los sueños es un trampolín para captar las señales Divinas. Pero no es lo mismo que captar las señales en sí. El trabajo con los sueños es un proceso a través del que descubrimos el significado de un sueño. Las señales son simplemente dadas, y la única participación del soñante es escuchar y responder. Las señales trabajan a un nivel de vibración mucho más elevado que el trabajo con los sueños. Pero mediante el trabajo con los sueños podemos realinear nuestra conciencia y trabajar con nuestra mente de una manera diferente, no lineal. Individualmente y como grupo trabajamos en el umbral de la conciencia, en los límites de lo desconocido. Nos sintonizamos con lo que todavía no ha tomado forma, más que con lo que está ya fijo y definido. El trabajo con los sueños nos enseña a escuchar la voz del Amado, a estar atentos a Eso.
EL HILO DORADO
Los sueños espirituales son aquellos que vienen del alma. Nos instruyen acerca de los símbolos y el significado que está oculto bajo la superficie. Nos guían por el laberinto de nuestra psique y nos hablan de nuestro destino real. Estos sueños nos ayudan a descubrir la naturaleza real de nuestro ser, a reconocer su cualidad, y a llevarla a la vida cotidiana. Tienen dentro de ellos un "hilo dorado" que es el destino del alma, nuestra conexión directa con Dios.
Los sueños espirituales son una elaboración de este "hilo dorado", dándole el color y la textura del momento, del tiempo y el lugar y la gente. Trabajando con estos sueños, nos alineamos con nuestra cualidad más íntima, el sentido del Yo Superior. Nos hacemos conscientes de esta parte ancestral y eterna de nuestro ser. Por medio del trabajo con los sueños nos alimentamos de lo numinoso y de nuestra conexión con lo que es sagrado y eterno. Primero vislumbramos el hilo, y luego aprendemos a reconocerlo. Paulatinamente se va convirtiendo en el sendero que seguimos, la guía que necesitamos. Aprendemos a reconocer este hilo como la naturaleza única de nuestra vida espiritual, de toda nuestra vida.
Este hilo dorado no se puede reconocer con nuestra mente racional, pero nuestra conciencia simbólica lo ve, y la conciencia del corazón conoce su propósito. Al trabajar con este hilo, viendo cómo está entrelazado en nuestros sueños y escondido en nuestra vida cotidiana, descubrimos que forma parte de la base de nuestra vida interior y exterior. Este hilo es nuestro yo más profundo que vive dentro de nosotros, que da color y sustancia a las imágenes de nuestra psique y también a la textura de nuestros días.
LIBERTAD NO CONDICIONADA
La práctica del trabajo con los sueños en un grupo espiritual nos hace conscientes de cómo este hilo está presente en los sueños y vidas de otros. Vemos qué fácil es que pase desapercibido, y cómo a menudo aparece de una forma que no pensamos que sea espiritual, incluso no le hacemos caso por insignificante. Muchas veces está presente como una imagen o un acontecimiento en un sueño que parece estar fuera de lugar con respecto al resto del sueño. Como el destino del alma es muy diferente de los planes de nuestro yo-ego, incluso de nuestro yo-ego "espiritual", encontraremos este hilo donde menos lo esperamos. Nuestro "hilo dorado" nos lleva siempre más allá de nuestras ideas preconcebidas, a un estado de libertad no condicionada.
Oyendo y dialogando sobre los sueños de otros, así como a través de nuestro propio trabajo con los sueños, descubrimos este hilo y vemos cómo afecta a nuestra vida exterior. Aprendemos a ver cómo este destino más profundo está entretejido en nuestra vida cotidiana, cómo las situaciones y acontecimientos exteriores contienen esta esencia escondida. Aprendemos a reconocer esta cualidad de lo Divino no sólo en la meditación o en momentos de éxtasis, sino en medio de la vida. Y, al verlo dentro de nuestro yo y dentro de nuestra vida, somos portadores de esta conciencia para el todo. Individualmente y como grupo apoyamos lo que es esencial a la vida, y a que la vida haga conocer su significado más profundo. De esta manera reconocemos lo que el mundo no reconoce, afirmamos lo que el mundo ha olvidado.
El trabajo con sueños es una antigua práctica espiritual que el sendero Naqshbandi ha adaptado a las necesidades del momento presente. Combinando una comprensión tradicional de los sueños y sus símbolos con las ideas de la psicología moderna, el trabajo con los sueños ayuda a guiarnos en el viaje interior y a que nos alimente el mundo simbólico que nuestra cultura ha rechazado. El trabajo con los sueños nos ayuda a abrir la puerta a nuestra alma, a la cualidad de nosotros mismos que es eterna. Aprendemos a escuchar y a sintonizarnos con la dimensión más profunda de nuestro propio ser, de modo que podamos participar más plenamente en el milagro real de lo que significa estar vivo.
Y los sueños además apuntan más allá de nuestro yo individual, de nuestro viaje individual, al todo más grande del que somos una parte. A veces nuestros sueños no son meramente una expresión de nuestra propia alma, sino del alma del mundo, el anima mundi. Por medio de estos sueños podemos experimentar un horizonte más vasto que nuestro yo, y quizá despertar a la transformación que está teniendo lugar dentro del mundo entero. Ya que así como nosotros cambiamos y nos transformamos, también lo hace el mundo del que somos parte. El trabajo con los sueños nos puede conectar con este mayor desarrollo, con los cambios primarios que le están ocurriendo a la vida misma. Y entonces nosotros podremos desempeñar nuestro papel de una manera más plena, ser una parte del hilo dorado escondido dentro del mundo. Podremos percibir y vivir la conexión primaria entre nuestra alma y el alma del mundo, y ser lo que está despertando.