Visionario, charlatán, chamán, filósofo, liberal, neoconservador, son los adjetivos que se le adjudican a Bert Hellinger (Stuttgart, Alemania, 1925) y a su controvertida terapia sistémica transgeneracional, mejor conocida como Constelaciones Familiares. Este tema puede generar incredulidad, escepticismo, o un diálogo razonado que despierte el interés acerca de la forma en que la propia familia acostumbra relacionarse y de las circunstancias trágicas o desagradables que “curiosamente” se han repetido en ella a lo largo de una o varias generaciones.
Para entender las Constelaciones Familiares y cómo Hellinger llegó a desarrollar esta terapia (que él actualmente no define como tal sino como filosofía de vida), es necesario revisar su biografía porque va de la mano de los sucesos y de las corrientes de pensamiento que marcaron el siglo XX. Extraños hilos y complicadas tramas escogieron las Parcas para tejer su vida y labrar su destino. Nació en una familia católica que rechazaba el nazismo. Por sus constantes faltas a las reuniones de las juventudes nazis fue catalogado por la Gestapo como “sospechoso de ser enemigo del Pueblo”. A pesar de ello, Hellinger se vio obligado a luchar en el frente: cayó preso y quedó recluido en un campo de concentración belga al final de la segunda guerra mundial. A los 20 años ingresó en una orden religiosa misionera que lo envió a vivir a África con los zulúes quienes, através de sus ritos y costumbres, le mostraron la necesidad fundamentalde los humanos de estar en armonía con las fuerzas de la naturaleza.
En ese lugar también se relacionó con los misioneros anglicanos y con su trabajo basado en dinámicas de grupos,que posteriormente le serviría para visualizar los vínculos sistémicosque rigen las relaciones humanas de cualquier tipo y cómo, a partir de ellas, el individuo bloquea o potencia sus capacidades personales.
En esa época una pregunta de un misionero anglicano constituyó un parteaguas en la vida de Hellinger, convirtiéndose a la postre en el hilo conductor de su relación con las personas, las ideologías y su práctica profesional, que desarrolló como el concepto fundamental para comprender el trabajo de las Constelaciones Familiares: “¿Qué es más importante para ti, tus ideales o las personas?, ¿a cuál sacrificarías por el otro?”. La fuerza contenida en la pregunta no es cualquier cosa, implica la elección que nos vemos obligados a hacer en los momentos fundamentales de la existencia: ¿a quién debo ser más fiel, al ser humano y en consecuencia a la humanidad, o a las creencias del grupo o sociedad a que pertenezco? La respuesta evidentemente no es sencilla. Muchas veces, al optar por la persona se es señalado y hasta expulsado del sistema familiar o social por haber roto sus reglas por esa elección. Es más fácil quedarse callado, volver la mirada y seguir contando con la protección del grupo, aun a costa de las propias convicciones. Para Hellinger un ejemplo claro de esto fue la opción de los alemanes por la ideología nazi, no por la humanidad. El infernal resultado lo vivió en carne propia.
Después de 16 años de convivencia con los zulúes, Hellinger fue enviado a Viena a dirigir una escuela de su orden religiosa. Ahí comenzó a entrenarse como psicoanalista y decidió dejar los hábitos para tener mayor libertad de pensamiento y acción. En Viena se entreveraron nuevos hilos que cambiaron el color y la textura de su vida. Al final de sus estudios volvió a vivir la experiencia de tener que elegir entre sujetarse a las reglas y la forma de pensar de una institución o romper con ellas para seguir su propio camino. Su analista le regaló un libro, intrascendente para él, asombroso para Hellinger: Primal Scream Therapy, de Arthur Janov. Sus profesores no le permitieron hacer su examen profesional por estar basado en el trabajo de este autor: “No salí de una Iglesia para entrar a otra”, dijo Bert y se marchó a Estados Unidos con su esposa Herta.
Ahí, además de trabajar con Janov, entró encontacto con las nuevas corrientes psicoterapéuticas: Gestalt, Análisis Transaccional, Terapia Familiar, Hipnoterapia, de Contención, Terapia Provocativa, Programación Neurolingüística, y con los escritos de los psicoanalistas Jacob Moreno e Ivan Boszormenyi-Nagy, que lo nutrieron y a partir de todo lo cual dio forma a su teoría de las Constelaciones Familiares: la importancia de la jerarquía en las familias, las lealtades invisibles entre los miembros de un sistema familiar, la necesidad entre ellos de un balance entre el dar y el tomar, y cómo actúan determinadas “huellas” del pasado en las nuevas generaciones. Por otro lado, destaca la importancia de situar al consultante (para las Constelaciones no se trata de un “paciente” porque no es un enfermo, sino alguien que consulta) en el aquí y el ahora para que pueda trabajar con sus propios recursos y tome sus propias decisiones con respecto a sus problemas.
LOS HILOS INVISIBLES
Las Constelaciones Familiares no tienen que ver con la astrología. Son llamadas así por analogía con la imagen que nos dan las constelaciones estelares y su agrupación como parte de un sistema dinámico en continua interacción y evolución. Igualmente, los seres humanos somos parte de constelaciones que comienzan en la familia y se van ampliando a otros grupos humanos. El trabajo de Constelaciones Familiares se aplica en el nivel individual o grupal y busca restablecer lo que Hellinger llama “los órdenes del amor” en los sistemas. Estos órdenes son el conjunto de leyes naturales, familiares y sociales que rigen el funcionamiento de los núcleos humanos. La trasgresión de los órdenes ocasiona conflictos internos que llegan a manifestarse como patologías individuales o grupales que repercuten en las generaciones sucesivas.
En este enfoque sistémico el individuo es un elemento del grupo que aparece como punta de una pirámide de muchos seres humanos que han sido indispensables para su existencia y que, al mismo tiempo, sigue enriqueciendo al sistema ya existente con cada nuevo vínculo que establece. De esta forma, los sistemas familiares vinculados con otros sistemas familiares llegan a constituir clanes, grupos, comunidades, sociedades y naciones. Cada uno de ellos con virtudes, pero también obstruidos por conflictos que se van tejiendo, ocasionando enredos sistémicos a lo largo de los años.
En una sesión de Constelaciones participan, además del terapeuta, el consultante y desde 15 hasta 100 o más personas. El consultante expone al terapeuta su tema: dificultades con su pareja, con sus padres, problemas económicos, de salud física o mental, etcétera. Éste le formula preguntas relacionadas con su árbol genealógico que le dan pistas para saber dónde se encuentra el enredo sistémico y, cuando considera tener la suficiente información, pide al consultante que escoja entre el público a personas que representen a los miembros de su familia mencionados en su tema, e incluso a él mismo. El consultante coloca a estas personas en el lugar y en la dirección que intuitivamente siente. Luego el terapeuta les pide a los representantes que digan cómo se sienten.
Este momento es el que mucha gente confunde con magia o esoterismo porque los representantes comienzan a sentir las emociones y los dolores físicos que tienen o tuvieron las personas vivas o muertas a quienes están representando. No hay tal magia. Esto tiene una explicación científica. Si las ondas energéticas que hacen funcionar los celulares o cualquier aparato inalámbrico fueran visibles, estaríamos viendo continuamente un bosque de líneas de todas formas y colores. La energía, como el viento, está ahí, pero no la vemos. De la misma manera los científicos han estudiado los campos mórficos que acompañan al ADN, materia original de todo ser vivo. Los campos actúan de forma electromagnética para ordenar al adn que se convierta en un ser vivo específico. El ADN es la materia y el campo mórfico la energía. Ambos, valga decirlo, están vivos y cuentan con información que se transmite a los descendientes. El ADN conforma los rasgos físicos, los campos mórficos los psíquicos.
Cada ser humano lleva en sí mismo toda la información física (ADN) y psíquica (campo mórfico) de sus ancestros impresa en los genes y en el inconsciente colectivo familiar: por eso puede transmitirse de generación en generación. El paquete hereditario contiene no sólo el color de piel, la altura, etcétera, sino las habilidades, los gustos e intereses y también las tendencias depresivas, obsesivas o neuróticas de algún antepasado. De la misma manera, los conflictos o pérdidas dolorosas que una generación no resuelve pasan a la siguiente generación, la cual intentará, incluso de manera inconsciente, solucionarlos. Si no son resueltos, seguirán manifestándose en forma de enfermedades, destinos trágicos, trastornos psíquicos y físicos y comportamientos conflictivos.
Lo mismo sucede en los sistemas social y laboral. Si las decisiones políticas o empresariales no son justas, la exclusión y el descontento se convierten en resentimiento social o laboral. También en esos ámbitos es necesario buscar el origen de los enredos sistémicos, para restablecer el equilibrio.
Cada ser vivo tiene su propio campo mórfico y es en éste donde el “representante” se sitúa al “encarnar” a alguien en una sesión. Las investigaciones están en etapa temprana pero aun así han servido para explicar fenómenos evidentes que hasta ahora carecían de bases científicas para explicarlos. Igual ha sucedido siempre con los fenómenos esotéricos o mágicos.Lo son hasta que se descubren los procesos científicos que los hacen posibles.
Volviendo a la sesión de Constelaciones, la ubicación de los representantes y las sensaciones que reportan según el lugar donde son situados, sirven al terapeuta para ir haciendo los movimientos necesarios para encontrar los vínculos de amor y dolor que unen a las familias, pudiendo salir a la luz sus razones y secretos, hasta que aparece con claridad una imagen de solución que ayuda a esclarecer el tema del consultante. En ese momento los representantes reportan sentirse mejor y el consultante en paz.
Las Constelaciones no resuelven nada en sí, sólo proporcionan al consultante una visión más amplia y diferente del enredo sistémico que origina sus conflictos. Las decisiones posteriores acerca de lo que hará con la imagen de solución percibida corren por cuenta exclusiva del consultante.
EL TAPIZ INCONCLUSO
El ser humano vive en constante oscilación entre dos fuerzas opuestas que rigen su vida: por un lado su grupo familiar, social o laboral y, por otro, su propia individualidad. El proceso terapéutico de las Constelaciones Familiares tiene como uno de sus fines principales ayudar a equilibrar esta tensión, al permitir a la persona estar en concordancia con los sistemas en que se desenvuelve su vida y, al mismo tiempo, experimentar la libertad de elegir su propio camino.
Hellinger es el primero en reconocer que con Constelaciones Familiares no ha descubierto algo nuevo, pero es obvio que, cuando se trata de lo humano, la suma de las partes potencia los resultados. Así, esta psicoterapia tiene nuevas características que dan resultados diferentes a las anteriores. De la voluntad de cambio del consultante y de la preparación profesional del psicoterapeuta (en ese orden) depende que los resultados sean mejores o peores.