Rafael Piqueras1 y Alberto Rodríguez-Morejón2
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Servicio Público de Empleo de la Región de Murcia y 2Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga

Cuando las tasas de paro crecen sin parar, y cada vez más personas afrontan el duro reto de buscar trabajo en un mercado laboral que apenas lo crea, la investigación psicológica estudia qué variables explican porqué algunas personas consiguen un puesto de trabajo en menos tiempo que otras.

En un mercado laboral equilibrado, las personas con mejor capacitación y mayor experiencia en su especialidad son las que, supuestamente, van a tener más oportunidad de emplearse. Otros dos factores puramente sociológicos son también importantes para explicar la rapidez de colocación: la edad, los empleadores prefieren gente joven; y el sexo, lamentablemente los varones siguen teniéndolo más fácil que las mujeres.

Pero, ¿qué ocurre cuando hay un gran desajuste entre la oferta y la demanda?, ¿cómo funcionan las cosas cuando hay muchos más demandantes que puestos de trabajo? En ese caso, ya no sólo importa la formación, el sexo o la edad; cobra entonces especial relevancia el propio proceso de búsqueda de empleo. Tienen ventajas los que tienen un buen y rápido acceso a la búsqueda de información, los que planifican adecuadamente el duro trabajo de buscar trabajo, y los que son hábiles elaborando currícula o enfrentándose a entrevistas de selección.

En principio, pareciera que combinando estos dos factores (formación y experiencia previa, y habilidades para buscar) el éxito debería estar garantizado, pero ¿qué ocurre cuando las cosas están realmente mal? Y si, como ocurre en la actualidad, el empleo escasea; o como ha ocurrido siempre, quién busca pertenece a un colectivo con especiales dificultades para encontrar empleo (por llevar mucho tiempo fuera del mercado, o por tener una edad avanzada). En estos casos, una variable estrictamente psicológica cobra una importancia fundamental: la motivación. Cuando la competencia es dura, son los más motivados los que siguen buscando a pesar de que la tarea sea decepcionante, los que perseveran aunque los resultados se hagan esperar.

Para estudiar la importancia de la motivación en la búsqueda de empleo, se evaluó, en una muestra de 212 personas en situación prolongada de desempleo, una variable que es especialmente relevante para entender la motivación: las expectativas. Se utilizó una escala diseñada por los autores de este artículo: Expectativas de Control Percibido en Búsqueda de Empleo (ECP-BE).

La escala mide cuatro aspectos:

  • Autoeficacia en Búsqueda de Empleo: creencias sobre la propia capacidad para buscar trabajo. En este caso, un desempleado con bajas expectativas de autoeficacia, considerará que no está capacitado para desarrollar las tareas de búsqueda de empleo. Pensará por ejemplo, que no sabrá actuar de manera adecuada en una entrevista de selección, o no se sentirá capaz de superar los rechazos o fracasos que conlleva la búsqueda de empleo.
  • Locus de Control Interno en Búsqueda de Empleo: creencias que apoyan la idea de que los resultados esperados se deberán a la propia conducta. Buscadores de empleo con locus interno son aquellos que consideran que cuanto más se esfuercen, más probabilidades tendrá de encontrar trabajo.
  • Locus de Control Externo en Búsqueda de Empleo: en contraposición a lo anterior, las expectativas de locus de control externo serán las creencias del desempleado sobre la influencia que tendrán factores ajenos a su control en la consecución de un empleo. Un demandante con locus de control externo considerará que encontrar trabajo dependerá de la suerte, o del destino o de la decisión de terceras personas sobre las que no puede influir.
  • Éxito en Búsqueda de Empleo: creencias sobre las posibilidades globales de que ocurra un hecho deseado, en este trabajo sobre lo optimistas que son las personas sobre la posibilidad de conseguir un trabajo. Una persona con expectativas de éxito altas pensará que tiene muchas posibilidades de conseguir un empleo y, por el contrario, una expectativa de éxito baja querrá decir que las posibilidades que percibe son muy escasas.

El presente estudio pone de manifiesto la existencia de una relación significativa entre la motivación y la duración del desempleo, encontrándose que las personas con puntuaciones altas en la escala de expectativas (las que se sienten muy capaces de buscar empleo, piensan que cuanto más se esfuercen, más probabilidades tendrán de conseguirlo y además son optimistas sobre los logros) tardan como media 14 meses menos en conseguir trabajo que los que puntúan bajo. De los cuatro tipos de expectativas estudiados, el más relevante ha resultado ser las expectativas de éxito: las personas optimistas (puntuaciones altas en Éxito en Búsqueda de Empleo) consiguieron un contrato 19 meses antes que las pesimistas y, para que se colocaran la mitad de los pesimistas, tuvieron que pasar 30 meses, momento en el que ya tenían trabajo el 70% de los optimistas. Las personas que son optimistas y creen que acabarán encontrando empleo lo encuentran antes que las pesimistas y esta variable es un predictor de rapidez de colocación al menos tan potente como la edad o el sexo.